Historia de PEDRO PAEZ JARAMILLO
En 1564, año en que La Olmeda lograba la independencia de la jurisdicción de Alcalá y se convertía en villa, nacía en esta localidad un personaje tan importante como desconocido para la mayoría de la gente: Pedro Páez Xaramillo.
Estudió con los jesuitas y después de muchas calamidades en Yemen, entró en Etiopía, en donde paso 19 años, convirtió a la religión católica a dos emperadores, fue el asesor personal de uno de ellos, Susinios, con quién en un viaje , descubrió las fuentes del Nilo Azul.
Durante su estancia en Yemen aprendió persa y árabe, después aprendió las lenguas etíopes; el amárico y el gue’ez; la lengua de los textos sagrados y de las crónicas reales.
Escribió en amárico dos libros de religión, un diccionario y una gramática. También tradujo un catecismo portugués para niños. Más adelante cuando el emperador Susinios le permitió consultar los antiguos libros etíopes escribió una Historia de Etiopía , formado por cuatro volúmenes y escrito en portugués.
El Olmedeño Pedro Páez
En 1580 coincidiendo con la unificación de España y Portugal partió para estudiar en la Universidad de Coimbra (Portugal) Dos años después volvió a España para continuar sus estudios con los jesuitas en Belmonte (Cuenca) Permaneció en la orden durante seis años en esta misma ubicación.
Sus tiempos de estudiante jesuita coincidieron con un periodo de gran expansión misionera de la Compañía de Jesús, unido a un especial interés de Felipe II por revitalizar la tarea evangelizadora de Etiopía. Su objetivo, más estratégico que religioso, era aumentar las posibilidades de entrar en África y engrandecer el imperio a costa de frenar la expansión musulmana.
En abril de 1588, con 24 años, Pedro Páez partió desde Lisboa para Goa (India) en donde los jesuitas tenían una de sus principales casas en Asia. Pedro Páez Jaramillo no volvería a pisar tierra española.
En octubre de 1588 tras un largo y penoso viaje, llegó a Goa. En donde permaneció poco tiempo, pues en enero de 1589 es ordenado sacerdote. En febrero partió por primera vez hacia Etiopía acompañado por el padre Antonio de Monserrate. El objetivo era llegar a la misión que los jesuitas tenían en Fremona, donde varios hermanos de la orden vivían en condiciones lamentables desde hacía 30 años.
Después de pasar tormentas, ataques de piratas y otras tantas calamidades fueron capturados por los turcos y conducidos a Dhofar, en Omán. Durante algún tiempo se les dio por muertos, siete años duró su cautiverio que trascurrieron sobre todo en Yemen. Fueron los dos primeros europeos que cruzaron la región de Hadramaut, y el terrible desierto Rub al Khali (el cuadrante vacío) descalzos y alimentándose de saltamontes. Conocieron el café, cahua, sólo unos años antes lo había probado Leonard Rauwolf en Siria, pero fue el primer europeo que escribió sobre él.
En mayo de 1603, llegó a Etiopía a la misión que tenían los jesuitas en Fremona. Esta vez sin ningún compañero de viaje, y otra vez disfrazado de armenio y con el nombre de Abdullah. Con 39 años se enfrentaba a la dura tarea que sus antecesores no habían podido realizar: convertir a la fe de Roma a todo un país que profesaba el cristianismo ortodoxo.
Apenas un año después de haber llegado a Etiopía, en abril de 1604, accedió a la corte del emperador Za Denguel, quien quiso implantar en su reino la fe católica. Las prisas de este Emperador por evangelizar su reino provocó el levantamiento de un sector de sus súbditos, que terminó con su derrocamiento a finales de ese mismo año. Tras una serie de guerras y enfrentamientos por la sucesión, en 1607 accedía al trono el emperador Susinios.
Entre el emperador Susinios y Pedro Páez se entabló una fuerte relación. Susinios quería que el misionero le acompañara en las campañas para poder recibir sus consejos. El 21 de abril de 1618 en una de las campañas llegaron a unos 100 kilómetros al sur del Lago Tana, en donde descubrió el nacimiento de una de las fuentes del Nilo, el Azul. El explorador escocés, James Bruce, se atribuyó el descubrimiento en 1770, 152 años después de que lo descubriera y escribiera sobre ello Pedro Páez. En el capítulo XXVI del libro I dice:
"Y confieso que me alegré de ver lo que tanto desearon ver antiguamente el rey Ciro y su hijo Cambises, el Gran Alejandro y el famoso Julio César"
Susinios se convirtió al catolicismo en marzo de 1622. Poco después, el 25 de mayo de ese mismo año, la aventura de Pedro Páez llegaría a su fin con su muerte en Gorgora, a orillas del lago Tana en donde se encuentra enterrado y en donde construyó una iglesia.
En resumen, pasó 19 años en Etiopía, convirtió a la religión católica a dos Emperadores, fue el asesor personal de uno de ellos.
La grandeza de su obra la describe el propio emperador Susinios en una carta dirigida al principal de la orden en Goa:
"Después que este sol clarísimo se eclipsó y se ausentó de nuestros ojos, nuestra alegría se convirtió en tristeza y nuestro gozo en llanto [...] Si esta carta ó este papel fuera tan grande como el cielo y todo el Océano fuera tinta, no me pareciera bastante para referir la menor parte de sus virtudes y del fruto que hizo en Etiopía. Fue la boca de nuestra bendición, fue nuestro maestro, fue nuestro apóstol, tan digno de alabanza cuanto fue grande en sus obras"
En 2001 Javier Reverte publicó el libro "Dios, el diablo y la aventura" que se presentó en Olmeda de las Fuentes, haciéndonos conocedores de nuestro paisano. Casi cuatrocientos años antes Pedro Páez estaba intentando entrar en Etiopía, lo lograría en 1603. Nuestro desconocimiento no era una excepción, posiblemente la intransigencia de los sucesores de Páez contribuyera a su olvido, intransigencia que propició la expulsión de los jesuitas tan solo once años después de la muerte de Pedro Páez.
Pese a todo ha sido un gran desconocido, pero el desconocimiento no es únicamente en La Olmeda, es en general. Pese a lo relevante de su actividad en Etiopía, en la historia de ese país y en lo precursor que fue del conocimiento del misterio de las fuentes del Nilo, ha sido ignorado por muchos historiadores, no figurando su nombre ni siquiera en las enciclopedias.
Autor del texto original: Miguel Ángel Alonso Juliá
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