JOSÉ VELA ZANETTI

José Vela Zanetti nació en Milagros, un pueblecito de Burgos, en 1913. Pronto se traslada a León, donde su padre, Nicostrato, trabaja como veterinario. Nicostrato Vela Esteban tuvo una influencia decisiva en la vida de su hijo, pues no se opuso a sus inquietudes artísticas, sino que, al contrario, le dio facilidades para poder desarrollarlas. 

Con diecisiete años realiza su primer viaje a Madrid promovido por su padre para que viera exposiciones y visitara el Museo del Prado, lo que fue definitivo para afianzar su vocación de pintor. Es en esta visita cuando conoce al crítico e historiador Bartolomé Cossío, redescubridor de El Greco, y de las primeras personas que confió en sus posibilidades. Fue el encargado de introducirle en la historia del arte español además de darle a conocer la pintura mural. Así mismo le puso en contacto con el pintor y pedagogo José Ramón Zaragoza, en cuyo taller ingresa.

En los primeros años de la década de 1930 realizó sus primeras exposiciones en León y recibió su primer encargo mural por parte de la Casa del Pueblo de esa misma ciudad.

En 1933 fue becado por la Diputación leonesa para viajar a Florencia, ciudad en la que acabó residiendo y que le brindo la oportunidad de conocer los grandes murales del Renacimiento. En ella estudió el monumentalismo de la pintura de Mantegna y de Piero della Francesca.

Al estallar la Guerra Civil (1936-1939) regresa a España desde Lisboa y se alista en el ejército republicano. En 1939 se exilió a Santo Domingo (República Dominicana) donde vivió de la pintura de paredes durante casi dos años mientras continua forjando su faceta de muralista. Decoró diversos edificios oficiales y palacios. 

Entre 1947 y 1949 realizó en la iglesia de San Cristóbal su mayor conjunto mural, obra que se vio reconocida con la concesión de la beca John Simón Guggenheim en 1950. Este mismo año realizó el mural de su obra más universal “La Ruta de la Libertad” en la sede de la ONU en Nueva York. Obra concebida con la intención de condenar el holocausto nazi y que acabó siendo una reivindicación de la paz frente al racismo y la violencia. 

A finales de la década de los cincuenta se traslada a México donde pintó algunas obras maestras como la que realizó en el Palacio de Don Juan Manuel y entabla una sólida amistad con el muralista Rufino Tamayo. Terminada su experiencia americana realiza otro viaje a Florencia antes de instalarse en su pueblo natal. 

En esta nueva etapa de su vida artística retoma la pintura de caballete sin abandonar al arte mural y expone en repetidas ocasiones en Burgos, León, Madrid, Valladolid, Valencia y Alicante, destacando por encima de todas la exposición que realiza en el Círculo de Bellas Artes en 1963, por la que será reconocido con la Medalla Eugenio D’Ors a la mejor exposición del año. 

Desde 1976 hasta 1980 instalo su estudio en Olmeda. En el año 1985 fue nombrado miembro de la Real Academia de San Fernando de Madrid. En 1987 constituye en León el patronato de la Fundación Vela Zanetti en donde se recoge una muestra muy significativa de su obra.

Vela Zanetti ha dejado como legado su singular pintura que nos muestra su modo de ver el mundo. Un mundo lleno de rostros de campesinos castellanos, de manos descritas hasta la perfección,  Apóstoles, religiosos de rostro sincero, personajes medievales, indios espejo de 20 años de doloroso exilio...

Falleció en enero de 1999 en Burgos, dejando atrás una obra bella y prolífica repartida a lo largo y ancho del mundo.

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